Fragmento tomado de la Novela Falke, de Federico Vegas
...... Mi usual discurso religioso siempre arrancaba negando a Dios, y lo hacia con cierto orgullo. Esa noche en Cumanacoa comencé por confesar lo mucho que sufria por mis crecientes dudas. Las fuí enumerando y describiendo, y Querol, lejos de iniciar convencimientos dogmáticos, me sacudió aún mas el alma al exclamar: ¡que casualidad Rafael! ¡son las mismas dudas que tengo yo!. Las suyas eran las de un creyente y las mias las de un descreído. Siendo las mismas, no sabía como plantear mis preguntas: si decir: "¿usted cree?" o "¿usted duda?". Opté por la primera versión: -¿usted realmente cree en Dios, en la castidad de la Virgen, en la divinidad de un hombre, en todas esas cosas?.
-No le puedo dar garantías sobre "todas esas cosas". Perdí años y horas pensando en ese "creer" tan exigente y abstracto. Ahora creo en algo mucho mas importante y palpable: creo en mi decisión. Dios existe porque así lo he decidido.
-¿Y porqué tomó esa decisión?
-Pues porque me gusta. ¿Acaso no sabe que ese es el comienzo de toda creencia?
-¿Y que pasa en los dias en que no le gusta?
-¿Entonces es cuando soy un verdadero sacerdote. Cuando Dios me llena de gracia soy la mas plácida y jubilosa de sus criaturas. Otras veces se me extravía el placer de estar con Dios y entonces me convierto en un disciplinado soldado que se mortifica y cumple con sus sagradas obligaciones. Es muy duro pero al menos soy un actor haciendo el papel que mas respeta en la vida y, como todo gran actor, debo entregarme totalmente a mi arte. Elegir Rafael, elegir todos los dias. Este oficio es un eterno elegir que jamas claudica.
..... y cuénteme Rafael, ¿como anda su cristianismo?
-Hace unos cinco años que no me confieso.
-¿Como así? ¿y que hay de lo que hemos estado hablando en estos dias?
-Eso no ha sido una confesión - contesté como un perfecto tonto
-Ni yo estoy por darle la absolución. No hace falta apartar tanto la religión de la vida. Confesarse no es solo enumerar pecados a un sacerdote, basta con compartir nuestros secretos y sufrimientos.
-Digamos entonces que hace cinco años que no comulgo-
El padre Querol no contesta. Sirve vino en mi copa y me la ofrece con seriedad, mientras dice:
-Le aseguro, Rafael, que la última cena ocurrió en una mesa como esta. Habia madera, hombres sentados, copas y vino, ninguno de estos cuatro elementos ha cambiado a través de los siglos. En esa primera comunión nadie pensó: "¡Caramba! ¡que extraordinario! ¡estamos comulgando!". Hay quienes se dedican a celebrar las diferencias; yo intento encontrar las semejanzas con las cosas que hacemos todos los dias.
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